DÉJAME ENTRAR (Kurt Cobain y Michael Stipe)

Todo estaba hablado entre Kurt Cobain y Michael Stipe y ambos parecían entusiasmados con la idea. La admiración mutua que se demostraban en público les había hecho plantearse en más de una ocasión la colaboración entre ambas bandas, pero nunca había llegado a concretarse. No obstante, en aquellos primeros meses de 1994, Michael Stipe, el cantante y líder de R.E.M., se mostraba especialmente insistente en llevar a cabo el proyecto. Para ello, Kurt Cobain debía abandonar Seattle y viajar hasta Athens, donde Stipe lo esperaba para que ambos se encerraran al margen de todo y así dar forma a un album que podría haber sido cualquier cosa menos vulgar o mediocre. Sin embargo, y a pesar de su insistencia, Kurt nunca acudió a su cita.
Pero retrocedamos unos cuantos años. Si lo hacemos, nos daremos cuenta de que las carreras de ambos músicos tienen unos cuantos puntos en común. Ambos lideraban sendas bandas de rock que operaban al margen de las multinacionales y ambos pasaron de ser artistas de culto o minoritarios a superestrellas de un día para otro. Sí, es cierto que a los de Athens les costó alcanzar el estrellato algo más que a los de Seattle (en concreto 7 discos y un single como Losing My Religion), pero a principios de los 90, tanto R.E.M. como Nirvana eran consideradas las bandas más importantes e influyentes de EE.UU. La culpa de ello la tuvieron 2 lp’s irrepetibles: Out of Time (en el caso de R.E.M.) y Nevermind (en el caso de Nirvana), con sendos sencillos que se convirtieron en himnos generacionales: Losing My Religion y Smell like Teen Spirit, ambos publicados con a penas meses de diferencia. Estas dos canciones y estos dos discos causaron un impacto que superó todas las espectativas haciendo que, de la noche a la mañana, Kurt Cobain y Michael Stipe se convirtieran en megaestrellas del rock y en iconos para toda una generación a quienes acompañarían ya de por vida.
Aquello significó un cambio muy brusco para cada uno de ellos, que compartían no solo ciertas semejanzas en sus respectivas carreras musicales, sino que, además, también mostraban personalidades hasta cierto punto similares: tímidos, instrospectivos y extremadamente sensibles. Sin embargo, la manera con la que cada uno de ellos se enfrentó a su nuevo estatus fue diametralmente opuesta. A ello contribuyó sin duda el grado de madurez y de experiencia (ya fuera en el ámbito musical como en el de sus propias vidas) por el que atravesaban tanto uno como otro. Stipe era un hombre maduro y tranquilo, que había sido capaz de construír un armazón hermético a su alrededor desde su adolescencia para sobrevivir en un mundo con el que no lograba conectar en absoluto. Por su parte, Cobain, mucho más joven y pasional, fue incapaz de asimilar los cambios y matenerse fiel a sí mismo sin perder la cordura. El resultado fue que el primero terminó convirtiéndose en el mentor y consejero del segundo, el cual se embarcó en un viaje solo de ida a un infierno del que nadie pudo rescatarlo.
Y fue precisamente con este fin con el que el lider de R.E.M. puso todo su empeño en un proyecto conjunto con su amigo Kurt Cobain, algo que nos recuerda mucho a lo que en su día hiciera David Bowie con Iggy Pop. En este caso, Iggy viajaría con Bowie hasta Berlin y allí enderezaría su carrera musical y su vida para no volver a perder el rumbo nunca más. Tristemente, en el caso que nos ocupa el desenlace fue muy distinto. El propio Michael Stipe lo ha contado en multitud de entrevistas:
“Hice eso para tratar de salvar su vida. La colaboración fue una excusa para tenderle una mano a este hombre. Estaba en un lugar muy malo. Construí un proyecto para tratar de alegrar el estado de ánimo de Kurt. Le envié un billete de avión y un conductor, y él clavó el billete de avión en la pared del dormitorio y el conductor estuvo en la puerta de su casa durante diez horas. Kurt no salía y no contestaba al teléfono”.
Así se resume en qué quedó el frustrado intento de Michael Stipe por salvar la vida de Kurt Cobain, un intento que registrado en una canción, Let Me In ( “Déjame entrar”, incluida en Monster, el noveno album de R.E.M.) y que al de Athens le dejó una profunda herida la cual tardó muchos años en cicatrizar (el propio Stipe confesaría 15 años después de la muerte de Kurt Cobain no poder escuchar todavía un disco entero de Nirvana).
Una vez llegados a este punto, no es necesario volver a detenernos en unos hechos que todo el mundo conoce y sobre los que se ha escrito, opinado y fantaseado hasta la saciedad. No, no es ese morbo el que nos interesa. El morbo que de verdad nos pone es el de imaginar que hubiera salido de aquel proyecto que ni siquiera llegó a ponerse en movimiento, pero que, de haberlo hecho, seguro que nos hubiera llevado a un lugar infinitamente hermoso. Porque lo que de verdad hace que nuestra imaginación se ponga a volar es pensar qué hubiera ocurrido si aquel día Kurt Cobain hubiera abierto la puerta y hubiera dejado entrar de nuevo la luz en su vida.
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